miércoles, 24 de abril de 2019

SANTUARIO DE TATEWARI (Abuelito Fuego)


Extraido del libro “El Arte Simbólico y Decorativo de los Huicholes”
Carl Lumholt

En los templos de los wirarrikas no se ven ídolos ya que estos se guardan en lugares secretos; por lo general en alguna cueva remota. En el Santuario de Santa Catarina, según los indios, hay una excavación bajo el hogar, en ella está un ídolo del dios del fuego (abuelito fuego “Tatewari”) rodeado por numerosos objetos ceremoniales. Los indios manifiestan que este tipo de cavidades es característico de cada templo, allí se coloca el dios especial del templo o algún objeto sagrado. Si embargo pude apreciar que en dos templos diminutos, erigidos para el dios del fuego, había ídolos sobre el piso además de otras ofrendas. Los wirrarikas, bajo las ordenes de mara´akame (shamán) todavía elaboran imágenes de los dioses; Su finalidad es la de prevenir una sequía, alejar alguna enfermedad grave o cualquier otra desgracia tribal; Los iconos se labran en ceniza volcánica solidificada (cantera), de manera ocasional en madera y en muy raras ocasiones se modela en arcilla.
 
Los dioses más importantes están representados en discos (tê´pali), hechos del material citado con anterioridad, que varía en tamaño de acuerdo a la imaginación del artífice. Un disco de este tipo representa el dominio del dios o la diosa, se pinta o graban con dibujos simbólicos.

De sus atributos y relaciones con el mundo. Estos atributos son, por lo tanto, sumamente instructivos para demostrar el pensamiento religioso de los indios. Es común encontrarlos en las casas de los dioses, sin ninguna imagen sobre ellos, a pesar de lo cual poseen el poder del dios. Se les puede ver tendidos o en posición inclinada sobre el altar, al que están pegados con barro. También se encuentran en los templos y encima de ellos. Todos los discos ceremoniales se ungen con sangre de venado antes de usarlos religiosamente.


Las imágenes de animales que pertenecen a un dios en particular, también se hacen de varias maneras. Se depositan en el lugar especial de culto a la deidad, junto con sillas ceremoniales y otros objetos simbólicos que se describirán más adelante.


Las esfinges, así como otros símbolos ceremoniales, en especial los discos ya mencionados, a menudo se pintan de varios colores, todos oriundos de la región. Estos tonos son minerales o vegetales; se supone que los minerales son propiedad de la Abuela Crecimiento. Los objetos de ceniza volcánica solidificada que serán pintados, primero se lavan con agua para que los colores se adhieran bien. Puesto que los colores empleados por los wirrarikas en ciertos objetos simbólicos tienen mucha significación, me parece recomendable mencionarlos, así como los materiales de donde se derivan.



Colores minerales. Rojo (rulê´me), derivado de una arcilla ferruginosa denominada rata´lika. Este es el color que más utilizan los indios. Para pintar las flechas se muele en el metate y se mezcla con copal. Blanco, se obtiene de una calcita llamada tata´mi o Kyewimo´ka. Verde oscuro yoawi´mê, proviene de una arcilla verde llama tëyoa´wi, que se encuentra cerca de San Sebastián; probablemente es resultado de la descomposición de roca volcánica. La parte interior de os cuencos votivos y de las jícaras para beber están pintadas de este color. Verde Claro, resulta de una arcilla ferruginosa mezclada con calcita. Se muelen los minerales hasta que queda un polvo fino y se mezcla con agua de maguey o agua natural.

Colores vegetales. Rojo oscuro (rulê´me), obtenido del palo del Brasil, el cua se muele con el metate hasta que queda un polvo fino y se mezcla con una solución de limón y agua. Azul oscuro (yoawi´mê), proviene de una planta llamada añil en español y tapa´li en wirrarika. El tinte se mezcla con jugo de maguey. Amarillo (tarawi´me) se extrae de la raiz (ta´rai) de un arbusto llamado toy, los buscadores de hikuri lo recogen de la región donde crece este último. Negro (yu´wimë), proviene de los carrizos carbonizados del maíz mezclados con jugo de maguey.

 

EL ABUELITO FUEGO Y SUS DISCOS
 
Las imágenes del dios del fuego son más recuentes que las de cualquier otro. El lugar de su nacimiento está cerca de Santa Catarina, en una cueva que muestra evidencias de su actividad volcánica anterior. Se cree que la deidad apareció primero como una chispa; según la tradición, surgió levando consigo dos flechas y un pedernal. La cueva misma se denomina Haino´tega; Hai´no es el nombre de un pequeño pájaro amarillo que el dios mantuvo en ese lugar. Otra leyenda dice que apareció en la costa, se quedó primero en Sakaimo´ta, luego en Tëaka´ta. Después se fue a Toapu´li (Santa Catarina) y desde allí viajó a Wizë´rakaté, cerca de Zacatecas. De este lugar continuó su viaje hacía Mayara´pa, a un lado del pueblo minero de Catorce. Finalmente llegó a Hai O´nali, un arroyo en la región del hiku´li. Retornó a Toapu´li con su familia, acompañado de mucho viento y en la actualidad vive en Teaka´ta, Así debe señalarse que los ancestros míticos de los wirrarikas proceden de Aukwë´meka, la montaña situada frente a Toapu´li, trajeron mucho viento consigo.

En el distrito de Santa Catarina, donde está el dios principal, observé seis iconos hechos a su semejanza que deben considerarse como igual número de presentaciones o encarnaciones del mismo dios del fuego. Es probable que haya más efigies. Si bien se supone que está encarnado o habita en todas estas representaciones, su cuerpo y residencia radican en la imagen que está en el pequeño templo de Teaka´ta, el lugar sagrado ya descrito.


Es significativo que a veces sea representado no por una, sino por dos imágenes. Una está sobre el piso y la otra en una cavidad subterránea. De ambas, la última es invariablemente la más pequeña y antigua. Se la considera cercanamente asociada con el sol del atardecer, o con el del inframundo. Se supone que la primera imagen está vinculada con el dios del día o el supramundo. En ambas manifestaciones existe la creencia de que tiene gran poder sobre el sol, con el que se supone conversa. Por lo tanto, es evidente que se identifica con el fuego del mundo, en particular con el del inframundo; así podemos considerar al fuego volcánico como su representación más directa, mucho más que otros tipos de fuego. Se considera más antiguo que el mismo sol, que es su hijo, el joven wirrarika que en los tiempos ancestrales salió del fuego, como un ave Fénix, revivido con el sol llameante. En realidad el sol es una nueva representación del dios fuego, de lo que se deduce que desde el punto de vista mítico, el último está bastante asociado en sus poderes y funciones con el primero.

Se considera que ídolo del dios del fuego es una copia exacta del que se encuentra bajo el hogar en el templo de Santa Catarina, en un hueco cuya profundidad es de más o menos un metro bajo el nivel del suelo. Hace algunos años, cuando los oficiales del templo retiraron el disco que cubre la cavidad para renovar los objetos ceremoniales colocados alrededor de ídolo, como lo hacen cada cinco años, encontraron que el calor del fuego había quemado toda la parafernalia, e incluso dañado al mismo ídolo. Felipe, uno de los hombres más importantes del lugar, elaboró una nueva imagen y, como era amigo mío, consintió en hacer una similar para mí. El material es ceniza volcánica solidificada. Las piernas están separadas y no hay indicación de que los brazos cuelguen hacía abajo. La nariz, los ojos y la boca están bien marcados, pero las orejas están colocadas en una posición equivocada, demasiado adelante. Las uñas de los pies están marcadas con ligeras incisiones.


El disco sobre el cual se para el dios muestra los animales más asociados con él y simboliza sus poderes sobre todo el mundo. Iluminado y calentado por el sol.

 

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