martes, 2 de febrero de 2021

LAS DANZAS CIRCULARES


Las primeras manifestaciones de danzas circulares aparecen en el Paleolítico Superior relacionadas con el pensamiento mágico-religioso, teniendo estas el objetivo de ser un acto vinculado a la supervivencia. Las danzas reflejaban acontecimientos cotidianos del ser humano, siendo el gesto, el ritmo y la expresión un acto anterior a la palabra.

La supervivencia estaba ligada a la caza y a los animales y, la danza, en esa época desempeñó un papel importante siendo un fiel reflejo del momento. Es por ello, que encontramos esas expresiones en las pinturas: hombres con máscaras de animales danzando antes de la caza. El sentido de ambas manifestaciones artísticas (danzas o pinturas) ejercían la creencia en las fuerzas de la naturaleza, espíritus o dioses de los que el hombre pretende obtener sus bendiciones y/o beneficios.

Mediante las danzas se intentaba alcanzar el trance y la comunicación con unos entes superiores, ese era el motivo de girar hasta perder la noción de espacio, del vértigo y la conciencia de uno mismo, este tipo de danzas se dividen en dos tipos:

1. Danzas rituales o rituales danzados: Estos bailes acompañaban todos los acontecimientos de la tribu o comunidad.

- Nacimiento, paso a la pubertad, matrimonio, muerte, guerras…
- Desarrollo del cultivo (preparación del terreno, siembra, germinación, recolección, lluvia, fenómenos astrales).
- Danzas de imitación bélica o de combate (desarrollo de la lucha inicio/final).
- Danzas de caza: de imitación animal, muerte del animal, armas imaginarias imitando el movimiento que hace el hombre con el arma (para dar poder y efectividad al arma).

TIERRA DE BRUJAS: ORNAMENTOS, AMULETOS Y TALISMANES



Según el ocultista Gérard Anaclet Vincent Encausse, conocido como Papus, «los antiguos utilizaban dos tipos de talismanes: los individuales y los sociales, destinados a alejar el mal influido por según qué colectividades». Para estos últimos las catedrales, iglesias o ermitas desempeñan un papel considerable. La creencia que se tiene sobre que hay objetos que pueden «repeler» a los «malos espíritus», «males de ojo», etc., o simplemente, atraer a lo bueno lleva junto al hombre desde las más primitivas civilizaciones. 

Para empezar, debemos explicar la diferencia entre Talismán y Amuleto, los cuales, aun teniendo la misma finalidad no comparten un proceso inicial. El término «amuleto» procede del latín amuletum, que se utiliza para designar un objeto que protege a las gentes contra las enfermedades. Existe en él siempre un sentido profiláctico, que evitaría el mal o atraería la buena suerte. Los amuletos poseen unas propiedades mágicas adjuntas, es decir, son objetos naturales como: fósiles, pequeñas tallas de madera, minerales o cristales naturales, que son apreciados por su forma, color o rareza y que se les presupone unos poderes para evitar todo tipo de males.

El amuleto, en su estadio más elevado, es el «Talismán», término de origen incierto, que puede estar en la palabra hebrea tseiem, imagen. La diferencia estriba en que el talismán, a diferencia del amuleto, es un objeto de manufactura humana realizado de forma intencional por una razón concreta asociada al propósito o voluntad de su creador, siendo este quien deberá cargarlo de poderes mágicos en forma de ritual o encantamiento. 

Una de las formas más comunes de realizar un Talismán en la Edad Media la tenemos nuevamente por medio de Papus: 

«A menudo leemos en los viejos libros mágicos que para escribir las oraciones mágicas o para dibujar los signos jeroglíficos de los talismanes, hace falta pergamino. También los antiguos preparaban estos pergaminos con materiales especialmente escogidos y pieles de animales».