Aunque los indígenas norteamericanos cazaban, pescaban y talaban los bosques para sobrevivir, lo hacían de una manera relativamente cuidadosa, en cierta forma conscientes de la importancia de proteger su medio.
Lutero Oso-de-pie lo expresa así en su testamento:
"La relación con todas las criaturas de la tierra, el cielo y el agua era un principio real y activo. Para el mundo de los animales y las aves existía un sentimiento fraternal que mantenía a los lakotas seguros entre ellos, y tan cercanos llegaban a estar algunos lakotas de sus amigos emplumados y peludos, que en verdadera hermandad ellos hablaban un lenguaje común.
"La relación con todas las criaturas de la tierra, el cielo y el agua era un principio real y activo. Para el mundo de los animales y las aves existía un sentimiento fraternal que mantenía a los lakotas seguros entre ellos, y tan cercanos llegaban a estar algunos lakotas de sus amigos emplumados y peludos, que en verdadera hermandad ellos hablaban un lenguaje común.
El antiguo lakota era sabio. El sabía que el corazón humano alejado de la naturaleza se volvía duro; él sabia que la falta de respeto por los seres que crecen y viven pronto conduce a la falta de respeto por los seres humanos".
El
árbol dice:
"No. Me duele. No me hagas daño".
Pero ellos lo cortan y
lo desgajan todo.
El espíritu de la tierra los odia.
Ellos revientan los
árboles
y revuelven la tierra hasta sus profundidades.
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