En la mujer nativa americana se confería el código moral y la pureza de sangre.
La esposa no tomaba el nombre de su marido ni entraba a su clan, y los hijos pertenecían al clan de la madre. Ella guardaba todas las propiedades de la familia, la descendencia se marcaba en la línea materna, y el honor de la casa estaba en sus manos.
La modestia era su principal adorno; de ahí que las mujeres jóvenes usualmente eran silenciosas y retraídas. Pero la mujer que alcanzaba la madurez en años y sabiduría, o que hubiera mostrado una valentía notable en alguna emergencia, a veces era invitada a ser parte del consejo.
Así gobernaba indisputable dentro de su propio dominio y era un pilar de fortaleza moral y espiritual, cuando ella cayó, la raza entera cayó con ella.
Así gobernaba indisputable dentro de su propio dominio y era un pilar de fortaleza moral y espiritual, cuando ella cayó, la raza entera cayó con ella.
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