miércoles, 15 de julio de 2015

EL BÚHO, TÓTEM Y MEDICINA


Ningún ave está envuelta en tanto mito y misterio como el búho; y, sin embargo, la mayor parte de las ideas que se tienen de él son confusas, al punto que resulta bastante habitual encontrarse con opiniones contrapuestas. El búho tiene un aura de misterio antiquísima, debida en parte al hecho de ser y un ave nocturna, cuando la noche ha sido siempre algo demasiado misterioso para los seres humanos.

El búho es símbolo de lo femenino, de la luna y la noche. De él se ha dicho que es un gato con alas, pero se le ha dado culto como ídolo y se le ha odiado como la reencarnación del diablo. Tambien se ha creido de él que tenía grandes poderes curativos, tanto en América como en otros continentes. Por otra parte y debido a su vinculación con la luna, el búho está relacionado con la fertilidad y la seducción pues la luna es la incitadora de hombres y búhos. Desde cualquier punto de vista, el búho es el ave de la magia y la oscuridad, de la profecía y la sabiduría. 

Para los antiguos griegos, el búho era el ave de la diosa Atenea, y se consideraba un símbolo de la sabiduría superior, además de ser el  guardián de la Acrópolis. Para los primitivos gnóstícos cristianos, estaba relacionado con Lilith, la primera esposa de Adán, que se negó a someterse a él. Para los pawnee, era un símbolo de protección; en tanto que, para los ojibwa, era el símbolo del mal y de la muerte. Para los indios pueblo, estaba relacionado con el Hombre Esqueleto, dios de la muerte y, al mismo tiempo, dios de la fertilidad.
  La medicina del búho está relacionada simbólicamente con la clarividencia, la proyección astral y la magia, tanto negra como blanca.

En torno al búho se han tejido multitud de supersticiones y creencias. Entre otras cosas, los búhos han sido vistos como la reencarnación de los muertos, si bien en Gales se les relacionaba con la fertilidad, y se pensaba que, si se escuchaba un búho en las cercanías de donde hubiera una mujer embarazada, no habría complicaciones en el parto. Pero la idea predominante con respecto al búho es que es capaz de extraer los secretos. En la antigua Roma se creía que, si ponías una pluma o cualquier otra cosa de un búho sobre una persona mientras dormía, podrías descubrir sus secretos. Y todo ello está relacionado con sus notas clave, sobre todo con las referentes a su penetrante visión y la agudeza de su oído.

El búho es un ave de la noche, y la noche ha sido siempre símbolo de la oscuridad interior, el lugar donde los seres humanos ocultan sus secretos. Pero el búho tiene una vista y un oído excelentes; su visión puede pasar en un instante desde un enfoque telescópico a otro microscópico, y sus pupilas responden en una fracción de segundo al más mínimo cambio de intensidad en la luz. Los ojos del búho están especialmente adaptados para detectar hasta los más pequeños movimientos, y disponen de una cantidad excepcional de conos sensibles a la luz y de bastoncillos en la retina, que son los que le dotan de tan extraordinaria visión.

También tiene una gran carga simbólica el color amarillo de los ojos de los búhos, que le da a su mirada una mayor expresividad, pero que es al mismo tiempo una insinuación de la luz del sol, viva en las penumbras de la noche; transmitiendo la idea de que el sol vive en la noche a través del búho. El mero hecho de meditar con esta idea te puede revelar mucho acerca de la magia del búho en tu vida. Pero, además, en contra de lo que cree la gente, el búho también dispone de una magnífica visión durante el día; simplemente es que su vista es más eficaz y más precisa por la noche.

Un búho puede determinar con su aguda visión la posición exacta de su presa hasta en la noche más oscura; pero no hay que olvidar que su oído es tan preciso como su visión. El búho tiene los oídos asimétricos, siendo normalmente uno de ellos más grande que el otro; y, por otra parte, los tienen situados en diferentes posiciones de la cabeza.

Todo esto les permite analizar con precisión las señales auditivas que capta y localizar a su presa con mayor facilidad.

De hecho, la lechuza es capaz de localizar a su presa con los oídos con la misma o mayor facilidad que con la vista. Para ello, gira la cabeza y la balancea adelante y atrás para determinar con precisión la ubicación de sus presas, e incluso emite unos “clics” periódicos a modo de ecolocación.

La persona que trabaje con la medicina del búho será capaz de ver y oír lo que los demás intentan ocultar; escucharán lo que no se ha dicho y verán lo que está oculto o entre sombras; y, cómo no, también podrán detectar y localizar hasta los detalles más sutiles. Esto puede hacer que las personas de su entorno se sientas incómodas, porque no van a ser capaces de engañarla respecto a los motivos de sus actos.

Las personas búho tienen la habilidad única de ver en la oscuridad de las almas y de la vida de los demás, y esto puede resultar ciertamente estremecedor para muchas personas. Por otra parte, estas dotes visuales y auditivas tienen su contrapartida metafísica en los dones de la clarividencia y la clariaudiencia.

El búho, como ave nocturna que es, te puede enseñar los secretos de la noche, puede, mostrarte todo cuanto sucede cuando el sol ha desaparecido. Los búhos son los ojos de la noche, y ven todo lo que no está a la vista; disponen de conocimientos secretos que pueden compartir, y es su medicina la que puede revelarte esos secretos.

Existen más de cien especies de búhos, y todas ellas han tenido una relación estrecha con los seres humanos; pues, allá donde haya seres humanos, habrá también roedores, que son el principal sustento de los búhos. Este es el motivo por el cual los búhos viven en las cercanías de los seres humanos. Lo malo de esta cercanía es que cazadores y granjeros matan frecuentemente a los búhos, creyendo que los gatos pueden controlar mejor las plagas de roedores. Pero nada podría estar más lejos de la realidad, pues una sola lechuza es capaz de matar diez veces más ratones que un gato en una sola noche, y más aún si tiene pollos que alimentar.

Al igual que los seres humanos, los búhos parpadean cerrando los párpados superiores, lo cual les dota de esa expresión tan humana que tanto ha fomentado su misticismo. Pero, a diferencia de los humanos, no pueden girar los ojos; es su flexible cuello el que les permite un amplio alcance de visión periférica. Sin embargo, no pueden voltear la cabeza por completo, aunque la mueven con tanta rapidez que puede dar esa impresión. El simbolismo del cuello y de su flexibilidad debería ser objeto de meditación para aquellas personas que siguen la medicina del búho. Cuando se tiene un cuello rígido y poco flexible, las percepciones pueden verse obstaculizadas en gran medida, por lo que todo aquel que trabaje con tótems de búhos hará bien en darse masajes de cuello.

El búho, al igual que los halcones y otras aves rapaces, dispone de un tercer párpado, el párpado nictitante, que se mueve de un lado a otro y sirve para limpiar el globo ocular y aclarar la visión. Claro está que esto es un símbolo de la nueva visión que se abre ante ti, y suele indicar que naciste con grandes dotes de percepción, con una visión de los demás que quizás no hayas reconocido. Frecuentemente, las personas que tienen un búho como tótem de poder disponen de una capacidad única para ver a través de los ojos el alma de los demás; aunque a veces desestiman estas percepciones como meras fantasías, con frases como «¿Pero como se me ocurre pensar eso de esta persona?» cuando lo mejor que podrían hacer es confiar en este tipo de «fantasías», sean positivas o negativas.

Los hábitos de apareamiento de los búhos siguen patrones similares a los de otras aves, pues el macho incrementa sus llamadas e interpreta una danza para ganarse la atención de las hembras. Pero son muchos los búhos que prefieren vivir solos, y que únicamente buscan compañía para la cría. Así la hembra, sobre todo entre los grandes búhos orejudos, solo se aparea cuando confía de verdad en el macho. Algunas especies de búhos se emparejan de por vida, como es el caso de la lechuza común, en tanto que otras se emparejan y se mantienen tienen juntas solo hasta que las crías abandonan el nido.

Hay bastantes especies de búhos que no construyen nidos, sino que ponen los huevos en las horquillas de las ramas o utilizan los nidos abandonados de otros pájaros, por lo que resulta habitual encontrarse con polluelos a los pies de los árboles de donde han caído. Muchas personas los recogen, creyendo que han sido abandonados, pero rara vez ocurre esto, por lo que, si se les deja en paz, la madre se ocupará de ellos.

Naturalmente, es la hembra la que empolla los huevos, pero el macho se encarga de mantener el suministro de ratones, tanto para la hembra como para los pollos. Un solo macho, alimentando a la hembra y a los pollos, puede matar a docenas de ratones o su equivalente en una sola noche, hecho que atestigua la gran capacidad de caza y de control de roedores que un búho puede aportar a sus alrededores.

El vuelo de los búhos es sumamente silencioso, pues el borde frontal de sus alas tiene un ribete de plumas que amortigua el sonido del aire. Por otra parte, la mayoría de los búhos disponen de unas alas mucho más grandes de lo que correspondería al tamaño de su cuerpo, cosa que les permite volar a baja velocidad y suavemente, lo cual contribuye al silencio de su vuelo en los ataques. Y, ciertamente, el silencio es algo que deberían de cultivar los que tienen por tótem al búho: guarda silencio y sigue adelante con tus asuntos, pues esto es lo que te proporcionará el éxito.

Existen algunas especies de búho en peligro de extinción; debido, por una parte, a la destrucción de sus hábitats y, por otra, a la caza indiscriminada. El cárabo californiano o búho manchado es una de las especies que se halla en peligro de extinción debido a la pérdida de su hábitat; por otra parte, la lechuza común se halla también en peligro en muchos estados de Estados Unidos, pero en este caso es debido principalmente a la caza y a la idea errónea de que los búhos son una plaga.

Se han llevado a cabo muchos estudios sobre las presas habituales de los búhos, investigaciones  que han sido posibles en gran medida gracias a las «bolitas de búho». El búho se traga normalmente a sus presas enteras, comenzando por la cabeza, de modo que aquellas partes de la presa que no son digeribles (huesos, piel, dientes, garras, etc.) las regurgita en forma de bolas. Se trata de un acto simbólico de gran importancia, pues, al tragarse la presa por la cabeza, el búho toma para sí la sabiduría y la energía de su víctima en tanto que la regurgitación es un reflejo de su capacidad para desprenderse de todo aquello que pueda ser perjudicial para él.

Conviene estudiar las características particulares de cada una de las especies de búhos, así como las características generales de todos ellos, pues te permitirá definir con exactitud de qué modo te va a afectar el búho en tu vida. Aquí vamos a examinar seis especies de búhos para darte una idea de cómo relacionarte con tu tótem en tu vida personal.

Algunas especies de búho tienen una rapaz diurna que las equilibra. El búho es lunar y nocturno, en tanto que otras rapaces son diurnas y solares. Los búhos y determinadas especies de halcones comparten muchas veces los mismos territorios de caza, uno cazando y haciendo uso del territorio durante el día y el otro durante la noche. No es necesario que se lleven bien, sino que simplemente se toleran entre sí en cierta medida. Esto daría lugar a una medicina equilibrada, por lo que podrían realizarse rituales y meditaciones con el búho y su equivalente solar para equilibrar lo masculino y lo femenino.

Un ejemplo de medicina equilibrada sería la de la utilización conjunta de plumas de búho y de halcón en una bolsa de sueños con el fin de estimular la ensoñación lúcida. Por ejemplo, una pluma de halcón de cola roja atada entre dos plumas de búho real, colgadas sobre la cama, pueden ayudarte a reafirmar tu voluntad sobre los estados oníricos; es decir, lo puedes utilizar para desarrollar la proyección astral o, simplemente, para el control consciente del argumento del sueño durante la noche.

El primer búho que examinaremos es el búho real americano, que es el depredador más agresivo de la familia de los búhos americanos. Es un ave poderosa y veloz, capaz de quebrarle el cuello a una marmota en un instante; aunque no dudará en tomar cualquier otra presa que se le presente, incluso otras aves rapaces, que temen sus formidables garras y su potente pico. El halcón de cola roja sería el equivalente solar y diurno del lunar y nocturno búho real, debido a que a veces hace sus nidos en el mismo territorio de caza, si bien esto no quiere decir que se lleven bien. De hecho, los búhos pueden hostigar a los halcones hasta tal punto que, de presentarse la ocasión, el halcón puede intentar acabar con el búho. Lo cierto es que el águila real es la única rapaz que no le tiene miedo al búho real ni se deja intimidar por él.

Lo que ha permitido al búho real sobrevivir y adaptarse a entornos en cambio constante es, precisamente, su elevada agresividad. Pero, por desgracia, esa misma agresividad ha supuesto un grave obstáculo para la reproducción del halcón peregrino en sus antiguos hábitats, de los cuales se apoderó el búho real en su ausencia, unos hábitats y unos recursos alimentarios que ahora parece no estar dispuesto a compartir.

Muchas personas consideran el ulular del búho real, especialmente intenso en la época de apareamiento, como el anuncio de la primavera. Su hábitat favorito lo constituyen las densas zonas boscosas de caducifolias y coníferas, pero es capaz de vivir en cualquier entorno en el que encuentre provisiones de alimento.

La presa favorita del gran búho real es la mofeta, por lo que todo aquel que tenga a este búho como tótem debería estudiar también a este animal. El búho real no dispone de un gran sentido del olfato, que es probablemente el motivo por el que se atreve con las mofetas. Por otra parte, convendrá estudiar también a los córvidos, pues con frecuencia unen fuerzas para acosar a los búhos en su territorio; dado que, si el búho encuentra los nidos de los cuervos durante el día, es probable que les haga una visita por la noche, cuando los cuervos no pueden verle ni oírle llegar.

Los penachos de plumas que tienen estos búhos en la cabeza no ocultan en realidad sus oídos, pues estos los tienen situados más abajo, proporcionándoles, al igual que al resto de los búhos, una audición sumamente precisa, pues pueden oír tan bien o mejor de lo que pueden ver.

La siguiente especie que vamos a describir es la de la lechuza común. Esta rapaz tiene un disco facial en forma de corazón, que es un rasgo único dentro de la familia de los búhos, y que refleja la capacidad para conectar el corazón con la mente, algo que la lechuza te puede enseñar a hacer. También tiene los ojos más oscuros, y un plumaje de color pardo dorado en la parte superior de la cabeza, que linda por debajo con su resplandeciente plumaje blanco.

La gente le ha dado a la lechuza común los nombres más variados; entre ellos, el de búho fantasma, por parecer un espectro cuando se la ve por la noche entre las ramas de los árboles, debido a su blanco plumaje. Y de ahí que su medicina te pueda poner en contacto con viejos fantasmas y espíritus que todavía merodean por sus antiguas casas, una medicina que se puede utilizar para desarrollar la mediumnidad y el contacto espiritista.

La lechuza común es una maestra en el arte de la caza, y es lamentable que haya granjeros que les disparen y las reemplacen por gatos, pues no se dan cuenta de que «una pareja de lechuzas puede eliminar más ratones en una noche que diez gatos juntos».

Pero su habilidad para la caza viene en gran medida determinada por su magnífico oído. De hecho, la lechuza dedica gran parte de su cerebro a procesar las señales auditivas que recogen sus oídos; pero, además, dispone también de un sistema de ecolocación, una especie de sónar que le permite localizar con total precisión a sus presas. Todo esto sin implica que las personas que tengan a esta ave como tótem es muy probable que desarrollen la capacidad de escuchar la voz interior e, incluso, las voces de los espíritus (clariaudiencia).

Las lechuzas son unas oportunistas, con una gran capacidad inventiva y adaptativa, irán a buscar a sus presas donde quiera que se encuentren. Sus presas más habituales son ratones, por lo que yo recomendaría a quienes utilicen la medicina de la lechuza que estudien también las cualidades del ratón.

Otra especie de búho fascinante es el cárabo norteamericano. Los cárabos dominan el arte vocal, y son, ciertamente, encantadores. Son grandes y redondos, de ojos oscuros, con unas franjas oscuras en el plumaje que se cruzan a modo de bufanda en la parte superior del pecho y el cuello. Es como si esas franjas fueran una señal externa de que el cárabo tiene gran parte de su agresividad bajo control.

Se le suele encontrar en densos bosques caducifolios y en ciénagas, pero, debido a la destrucción de sus hábitats, ha comenzado a invadir los territorios del cárabo californiano o búho manchado; y dado que el búho grande se como al chico, este último se está viendo amenazado en su supervivencia, a pesar de ser una especie cercana al cárabo norteamericano y compartir ambos su amor por los bosques primitivos.

El equivalente diurno del cárabo norteamericano es el busardo de hombros rojos y, a diferencia del búho real y el halcón de cola roja, ambos comparten amigablemente los mismos territorios de bosques húmedos, hasta el punto que, en ocasiones, comparten incluso el mismo espacio de nidación.

Pero el rasgo más destacable del cárabo norteamericano es, sin duda alguna, su carácter benigno; pues, aunque puede intentar parecer amenazador, en realidad es inofensivo. Eso sí, es un gran actor y puede montar un gran show. Muchos ornitólogos creen que sus brillantes interpretaciones vocales están diseñadas para ahuyentar a otros animales y personas, por lo que podríamos deducir que el cárabo norteamericano puede enseñarnos a utilizar la voz para conseguir efectos sorprendentes.

Los autillos son mucho más pequeños que los búhos de los que hemos hablado hasta este punto; pero, al igual que el búho real, tienen también sendos penachos de plumas que les dan la apariencia de tener orejas. Son normalmente de un color rojizo o gris, y tienen solo entre 15 y 25 centímetros de altura.

En contra de lo que podría parecer por su nombre en inglés, screech owl (búho chillón), los autillos no chillan en realidad, pareciendo más bien sus llamadas un suave relincho. Durante la época de apareamiento, el macho y la hembra entonan algo parecido a un dueto, teniendo el macho un tono más grave que el de la hembra, y solo se les oye «chillar» cuando sus crías pueden estar amenazadas.

A pesar de su pequeño tamaño, muchos comparan el valor y la agresividad de los autillos con los de los búhos reales, de los cuales son, por su aspecto, una representación en miniatura.

El equivalente diurno del autillo es el cernícalo, con el que comparte los mismos territorios. Ambos sienten predilección por las lindes de los bosques y por el uso de agujeros para anidar, y ambos disfrutan comiendo grillos y ratones.

Los autillos son unos excelentes cazadores y, de cuando en cuando, se les ve cazar en equipo. Su capacidad para cooperar con la vista puesta en la supervivencia es parte de lo que el autillo te puede enseñar, mostrándote el modo de combinar la agresividad y la individualidad con la capacidad cooperativa.

Por su parte, el búho o lechuza campestre es uno de los pocos búhos que caza indistintamente de día o de noche, lo cual nos indica que su medicina es igual de poderosa durante el día que durante la noche. Pero también es singular por la forma meticulosa con la que construye su hogar y porque migra. Las manchas llameantes de su plumaje dan cuenta de su nombre científico, Asio flammeus, pero también son un reflejo de su fogosa personalidad. Esta lechuza tiene la singular característica de aparecer de la noche a la mañana en gran número allí donde se da un incremento repentino de población de campañoles (ratones de campo). Esta es una de las cosas que la lechuza campestre te puede enseñar, ese sexto sentido para poder estar en el lugar adecuado y en el momento oportuno.

Por otra parte, se trata de un búho valiente al que no le incomoda jugar de vez en cuando. Aunque los cuervos son capaces de hostigar y expulsar de su zona a halcones y a otros búhos, las lechuzas campestres son capaces de cambiar las tomas con los cuervos, que terminan pasando de agresores a víctimas cuando se atreven a meterse con las lechuzas campestres. Aunque pequeñas, son muy fuertes y rápidas, y lo mejor de todo es que no aparentan tener miedo. De hecho, no tienen motivos para tenerlo, pues pocas aves se les pueden comparar en maniobrabilidad en vuelo. Incluso la garza azulada, que se cree que es la reina de las marismas, ha caído ante la lechuza campestre en más de una ocasión.

Ni siquiera su homólogo diurno, el aguilucho, que es el más ágil de los halcones, puede superarla. Estas dos especies comparten frecuentemente el mismo territorio, y en muchas ocasiones se enzarzan en «combates aéreos» lúdicos, pues suelen anidar cerca unos de otros y rara vez se les ve pelear de verdad.

La lechuza campestre es un ave muy versátil y curiosa, con unas habilidades insuperables que nos ofrecen un ejemplo claro de lo que supone la fusión del aire con el fuego. Esta combinación tiene un efecto estimulante sobre todo tipo de energías, alimentando la pasión de vivir y el fuego de la inspiración, al tiempo que despierta la imaginación.

De la última especie que hablaré es del majestuoso búho nival. Para empezar, es más grande que el gran búho real americano, si bien su característica más llamativa es su resplandeciente color blanco, que le sirve de camuflaje en su hábitat natural, la tundra ártica, aunque también migra hacia el sur de vez en cuando en busca de comida.

La mayoría de los búhos caza por la noche, pero, al igual que la lechuza campestre, el búho nival también es capaz de cazar durante el día; de hecho, es capaz de cazar tanto a pleno sol como en la más absoluta oscuridad. Y ello se debe a su singular habilidad para abrir y cerrar el iris, sea cual sea la intensidad de luz o su carencia absoluta.

El búho nival caza habitualmente apostándose en un lugar elevado y esperando pacientemente, al punto que da la impresión de ser un tanto perezoso para la caza, o bien que se pasa el día descansando. Pero no hay nada más lejos de la realidad. Lo que hace este búho es conservar la energía, mientras observa constantemente el territorio que tiene a su alcance, entrando en acción solo cuando se le presenta una oportunidad. Este sentirlo del tiempo y de la espera es lo que te puede enseñar el búho nival.

Sus presas preferidas son los lemmings y las liebres polares, de los que sugiero su estudio a todos aquellos que tengan al búho nival como tótem. Normalmente, se comen su peso en comida cada día y, al igual que la lechuza campestre, suelen recurrir al truco de desplazarse a otras zonas donde es más probable que abunden los alimentos. Parece incluso que sea capaz de detectar instintivamente los posibles períodos de escasez, lo que le lleva a marcharse de la zona y a regresar en los momentos más oportunos. Esta especie de instinto profético es parte de lo que esta ave te puede enseñar, pues tiene el poder de la profecía y el espíritu.

Pero, curiosamente, cuando el búho nival se traslada a un territorio nuevo, jamás exterioriza su presencia; se introduce en silencio y se dedica a sus asuntos, constituyendo esto una parte importante de su éxito por la supervivencia, además de algo que te puede enseñar. Cuando camina, el búho nival retrae las garras bajo una colcha de plumas que cubre sus patas, lo cual refleja su habilidad para no parecer amenazador, a pesar de su fuerza y su capacidad cazadora. En definitiva, el búho nival actúa con paciencia, tiempo y habilidad, y no a través de la intimidación. La verdadera fuerza es discreta, y eso es lo que el búho nival nos enseña.

Así pues, se trata de un ave muy habilidosa en el entramado de la supervivencia, pues hasta sus ejemplares más jóvenes son capaces de esprintar, nadar e incluso hacerse el muerto si es necesario, adoptando un cuasi estado de letargo. Este pájaro parece encarnar la fuerza y el poder del gran búho real, pero con el temperamento del cárabo norteamericano. Y, sobre todo, con la habilidad, el valor y los talentos de la lechuza campestre.







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