Nuestra Madre Tierra nos enseña:
- A experimentar la unidad en la multiplicidad y la multiplicidad en la unidad.
- Que todo está interrelacionado y ninguna cosa puede existir por sí sola.
- Que el ser humano forma parte de la naturaleza y ella de él.
- Que el daño que le causamos nos lo hacemos a nosotros mismos.
- Que si vibramos emocionalmente con la naturaleza, es porque quizás compartamos la misma esencia.
- Que en el fondo, nada es patrimonio exclusivo de nadie y que en la naturaleza no existen guerras ni fronteras, las cuales las hacen los hombres.
- Que en la Naturaleza todo tiene lugar espontánea y naturalmente.
- Que todo lo que ocurre tiene un sentido y nada sucede sinsentido, que el mundo es un "cosmos" y no un "caos".
- Que el mundo de las apariencias es "polar", que ningún atributo existe sin su contrario.
- A ser más concientes, a escuchar y mirar, más allá del oír y el ver.
- A ponernos en "el aquí y el ahora", a situarnos en la realidad.
- A descubrir y vivir lo genuino, lo espontáneo, lo auténtico, lo esencial.
- A saber disfrutar de los placeres simples y "gratuitos".
- A saber estar, el valor del silencio, y el de la compañía.
- A aceptar las cosas como son, a asumir lo incontrolable, lo imposible, lo incambiable.
- A amar sin condiciones lo que nos rodea, a respetar, a ser flexibles y adaptables.
- A, desprovistos de artificios y máscaras, ser más conscientes de las "luces y sombras" de nuestro siquismo.
- A sentirnos a la vez ¡tan pequeños! y ¡tan grandes!, a ser más conscientes de nuestras limitaciones y nuestras capacidades.
- A ser más humildes y menos vanidosos y prepotentes.
- A vivenciar la energía vital y sus diversas manifestaciones, fluyendo constantemente.
- A superar nuestra vivencia de "estar solos" en el mundo.
- A confiar en la vida y en la persona, vida conaciente de sí misma.
- Sobre todo, a encontrar en la naturaleza nuestra propia Naturaleza.
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