domingo, 18 de octubre de 2015

LAS CENIZAS DE NUESTROS ANCESTROS SON SAGRADAS Y DONDE DESCANSAN ES TIERRA SANTA

 
"Mi gente es poca. Ellos se parecen a los dispersos árboles de una planicie azotada por la tormenta... Hubo una época en que nuestra gente cubría la tierra como las olas del mar agitado por el viento cubren su lecho tapizado de caracoles; pero ese tiempo hace mucho ha pasado, junto con la grandeza de las tribus que ahora son sólo un triste recuerdo...
 
Para nosotros las cenizas de nuestros ancestros son sagradas y su lugar de descanso es tierra santa. Ustedes deambulan alejados de las tumbas de sus ancestros, al parecer sin lamentarlo.
 
Su religión fue escrita sobre tablas de piedra por el dedo férreo de su dios para que no la pudieran olvidar. El hombre rojo nunca pudo comprender ni recordar eso. Nuestra religión es la tradición de nuestros ancestros - los sueños de nuestros viejos, dados a ellos en las solemnes horas de la noche por el Gran Espíritu, y las visiones de nuestros brujos, y está escrita en el corazón de nuestra gente.
 
Vuestros muertos dejan de amaros, igual que a la tierra que los vio nacer, tan pronto como atraviesan las puertas de la tumba y viajan más allá de las estrellas. Ellos pronto son olvidados y jamás regresan. Nuestros muertos jamás olvidan el maravilloso mundo que les dio la existencia...

Cuando el último hombre rojo haya desaparecido y la memoria de mi tribu sea un mito entre los hombres blancos, estas playas se llenarán con los invisibles muertos de mi tribu, y cuando los hijos de vuestros hijos se crean solos en el campo, en la playa, en la tienda o en el silencio de los bosques sin camino, ellos no estarán solos...
 
Por la noche cuando las calles de vuestras ciudades y pueblos estén silenciosas y las creáis desiertas, rebosarán con los espíritus en retorno que una vez las habitaron y que todavía aman a esta bella tierra. El hombre blanco jamás estará solo".

El jefe de la ciudad de Seattle, 1855.

 
 
 
 
 

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