"El shamán de los indios chamacocos, de Paraguay, canta a las estrellas, a las arañas y a la loca Totila, que deambula por los bosques y llora.
Y canta lo que le cuenta el martín pescador: "No sufras hambre, no sufras sed. Súbete a mis alas y comeremos peces del río y beberemos el viento."
Y canta lo que le cuenta la neblina: "Vengo a cortar la helada, para que tu pueblo no sufra frío."
Y canta lo que le cuentan los caballos del cielo: "Ensíllanos y vamos en busca de la lluvia."
Pero los misioneros de una secta evangélica han obligado al chamán a dejar sus plumas y sus sonajas y sus cánticos, por ser cosas del Diablo; y él ya no puede curar las mordeduras de víboras, ni traer la lluvia en tiempos de sequía, ni volar sobre la tierra para cantar lo que ve. En una entrevista con Ticio Escobar, el shamán dice:
Pero los misioneros de una secta evangélica han obligado al chamán a dejar sus plumas y sus sonajas y sus cánticos, por ser cosas del Diablo; y él ya no puede curar las mordeduras de víboras, ni traer la lluvia en tiempos de sequía, ni volar sobre la tierra para cantar lo que ve. En una entrevista con Ticio Escobar, el shamán dice:
"Dejo de cantar y me enfermo.
Mis sueños no saben adónde ir y me atormentan.
Estoy viejo, estoy lastimado.
Al final, ¿de qué me sirve renegar de lo mío?"
Eduardo Galeano.
Eduardo Galeano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario