sábado, 1 de agosto de 2015

HUICHOL: LOS OJOS DE DIOS

 
El padre o la madre del pequeño es quien hace el ojo de dios, como una especie de protección a los niños. El Ojo de Dios es una de las artesanías más típicas. Consiste en un conjunto de cinco rombos a base de cruces de madera tejidos con vistosos y múltiples colores.
 
Tiene varios significados: cuando nace un niño huichol y cumple un año de edad, conocido como Wirraca o ave que canta se lleva una ofrenda al templo o Kalihuey un ojo de dios que contiene un solo rombo; cumple dos años de edad se lleva un ojo de dios con dos rombos; y así año con año hasta completar cinco años de edad; porque suponen que a partir de esta edad el niño podrá llevar por sí sólo las ofrendas a sus dioses.
 
Es entonces cuando padre e hijo se dirigen al mar y arrojan el ojo de dios, así dan gracias porque el niño hasta los cinco años, la edad más difícil sin ser atacado por alguno de los animales ponzoñosos como los alacranes.
 
También simboliza los cinco puntos cardinales del indígena; Norte, Sur, Oriente y Poniente; arriba y abajo.

Los colores del ojo de dios o Tzicuri, simbolizan el poder y sirve para ver y entender las cosas desconocidas, cada color tiene un significado:
 
1. El negro es vida, es el color de Tatei Aramara (Océano Pacífico) donde vive la gran serpiente devoradora de hombres.

2. El azul es el color de la lluvia y el agua simbolizando por Rapawiyene y la laguna de Chapala.

3. El blanco está asociado con las nubes, por lo cual los huicholes colocan pedacitos de algodón en las jícaras para pedir la lluvia, también significa la muerte.

4. El rojo significa la vida de Dios en el oriente, la zona de Parierekua, residencia del Dios Peyote.

5. El morado es la vida del hombre.

En el aspecto textil, el huichol porta un suntuoso vestuario de manta ricamente bordado con hilo de colores y representando generalmente aves, flores geométricas, el maíz, venados, el peyote, el fuego y el sol.

En la peregrinación a Wirikuta los wixaritari recrean el transitar de sus antepasados recogiendo a cada paso su memoria guiados por los maraka´ate, cantadores dedicados a proteger el sol y procurar que éste permanezca alejado de la tierra y que así no pueda ser atacado por la serpiente de dos cabezas que amenaza al mundo con devolverlo a la oscuridad.
Tatewari, el abuelo fuego, guió a los antepasados de los wixaritari al amanecer y fue gracias a él que los xukurikate llegaron al Cerro del Quemado, lugar donde nació el sol.


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