Como dador de la vida, guarda el equilibrio de las fuerzas de la naturaleza, permite el nacimiento del día, las luces de la aurora, manda las lluvias para hacer renacer la vida.
En el poema "Runa Kamaj", los animales del monte, las aves, los lagos, las flores, los perfumes, la tierra que habita y hace feliz al hombre, forman un concierto de voces para invocarlo y reconocerlo como supremo dios, pues el propio dios Sol se postra a sus pies:
El rey de las estrellas
Y padre nuestro, el Sol,
Su cabellera extiende
A los pies de él.
Y el viento junta
Las copas de los árboles
Y sacude sus ramas
Y las yergue hacia el cielo.
Y en el regazo de los árboles
Los pajarillos cantan
Y rinden el fervor de su homenaje
Al regidor del mundo.
Causa del ser, Viracocha,
Dios siempre presente,
Juez que en todo está,
Dios que gobierna y provee,
que crea con sólo decir:
"Sea hombre, sea mujer’"
Los pajarillos cantan
Y rinden el fervor de su homenaje
Al regidor del mundo.
Oración al hacedor primero
Causa del ser, Viracocha,
Dios siempre presente,
Juez que en todo está,
Dios que gobierna y provee,
que crea con sólo decir:
"Sea hombre, sea mujer’"
Que viva libre y en paz
el ser que pusiste y criaste.
¿Dónde estás? ¿Afuera, o adentro,
el ser que pusiste y criaste.
¿Dónde estás? ¿Afuera, o adentro,
en la nube o en la sombra?
Óyeme, contéstame,
haz que viva muchos días,
hasta la edad en que deba
encanecer.
Entonces, levántame
tómame en tus brazos
y si me canso, auxíliame
doquiera estés,
Óyeme, contéstame,
haz que viva muchos días,
hasta la edad en que deba
encanecer.
Entonces, levántame
tómame en tus brazos
y si me canso, auxíliame
doquiera estés,
Padre Viracocha.
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